Comentando
Futuro de la revolución conservadora
Una Casa Blanca dirigida
por McCain o Guliani disputaría el control del partido, tanto a
los conservadores sociales como a los neoconservadores.
Publicada 28 de noviembre de 2006, El Diario de
Hoy
|
Rodrigo
Chávez*
El Diario de Hoy
editorial@ elsalvador.com
La estrategia del Partido Republicano de Estados Unidos, desde principios
de los años noventa, se basaba en una premisa básica: las
elecciones se ganan movilizando a la base del partido y no captando indecisos.
Anteriormente, las campañas electorales se enfocaban en captar
al votante indeciso e independiente, ya que se creía que éste
decidiría el resultado final. Sin embargo, desde la derrota del
Presidente George H. W. Bush en 1992, los republicanos decidieron ignorar
a los votantes independientes y diseñar sus campañas electorales
para movilizar a su base conversadora.
Esta estrategia les permitió ganar la mayoría en ambas Cámaras
del Congreso en 1994 y la Casa Blanca en las últimas dos elecciones.
Por lo tanto, durante la administración del Presidente George W.
Bush, la prioridad de los republicanos ha sido gobernar para su “
base” y polarizar con la base del Partido Demócrata. Según
sus cálculos electorales, esto les aseguraría mantener una
leve mayoría que oscilaría entre un 51% y un 54% de los
votos.
Sin embargo, la reciente victoria de los demócratas en las elecciones
de ambas Cámaras del Congreso, puso fin a la factibilidad de esta
estrategia electoral. Además, el número de americanos que
se declara independiente y que no se identifica con ningún partido
político ha llegado a su nivel más alto en más de
15 años. Según una encuesta del 31 de octubre del 2006 de
la prestigiosa encuestadora Zogby Internacional, un 31% de los americanos
se declara independiente y un número similar se define como republicano.
Adicionalmente, un 37.7% se define como demócrata.
La derrota en las recientes elecciones del Congreso es una dura lección
para los dos grupos que dominan el Partido Republicano: los conservadores
sociales y los neoconversadores.
Los conservadores sociales se expresaron políticamente a mediados
de los años sesenta como una respuesta a los movimientos de derechos
civiles de dicha época y a la legalización del aborto en
1973.
Su agenda política es básicamente promover los valores tradicionales
y se oponen a los derechos de homosexuales y al aborto. Los conservadores
sociales han logrado dominar a un número importante de los grupos
evangélicos de Estados Unidos y han creado lo que se ha denominado
como “ la derecha religiosa”.
Los neoconservadores, en cambio, no se enfocan en los valores tradicionales
y culturales. Su prioridad es crear una política exterior fuerte
que esté dispuesta a defender los intereses de Estados Unidos,
incluso de manera unilateral cuando sea necesario.
Las intervenciones militares en Panamá en 1989 y de Iraq en el
2003, son consistentes con la filosofía neoconservadora de acciones
unilaterales y de su desconfianza en las instituciones multilaterales
como Naciones Unidas.
Ambos grupos apoyaron la candidatura presidencial de Ronald Reagan en
1980 y obtuvieron control del Congreso en 1994. Sin embargo, fue con la
elección del Presidente George W. Bush en el año 2000, que
estas ideologías obtuvieron el control de la Casa Blanca y de ambas
Cámaras del Congreso. Por ende, lo que hemos visto durante los
últimos seis años, es al movimiento conservador americano
en la cúspide de su poder.
La derrota de los republicanos en las pasadas elecciones causará
fuertes cambios en dicho movimiento. Actualmente, su principal problema
es defender su control del Partido Republicano.
Los precandidatos presidenciales más populares de dicho partido,
el exalcalde de Nueva York Rudy Guliani y el senador de Arizona, John
McCain, no pertenecen al movimiento conservador tradicional. Por ende,
el desafío inmediato del movimiento conservador es encontrar a
un candidato que pueda enfrentarse exitosamente a McCain y Guliani en
las primarias del próximo año.
Una Casa Blanca dirigida por McCain o Guliani disputaría el control
del partido, tanto a los conservadores sociales como a los neoconservadores.
En cierta manera, una presidencia demócrata podría ser más
útil para los intereses del movimiento conservador, ya que les
permitiría organizar y enfrentar a sus seguidores en contra de
un nuevo rival.
El éxito o fracaso del movimiento conservador para reinventarse
y volverse viable de nuevo será determinante para definir cuáles
serán las futuras políticas del gobierno americano en materia
de libre comercio, política contra el terrorismo, inmigración
y medio ambiente.
*Columnista de El Diario de Hoy.

|