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Diputados reiteran compromiso con periodistas
Flores se opone a
la caja mutual
El Presidente considera que la Ley atenta contra la independencia
del ejercicio periodístico.
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El diputado del CDU, Fernando González,
muestra apuntes al periodista César Castro durante la
sesión de la Comisión. Foto
Omar Carbonero |
¡Esto es la donación del Estado a los periodistas!,
dijo el pedecista Mauricio Hernández al finalizar la sesión
de la Comisión de Trabajo.
El comentario del legislador, en cierta forma, es el correcto, pues
ayer se acordó que se aprobará en la sesión
plenaria de hoy la Ley del Régimen de Previsión y
Seguridad Social del Periodista.
Con esto, el Estado, o más bien el gobierno, estará
obligado a aportar un capital semilla de $685,714.29 para que las
asociaciones de comunicadores constituyan una caja mutual.
Idea que el Presidente de la República, Francisco Flores,
no comparte del todo, pues teme que el gremio pierda la independencia
que la profesión exige.
¡Me parece inconveniente (...)! No caigan en una relación
de dependencia con los fondos públicos. El Ejecutivo no está
de acuerdo en transferencias de ese tipo, dijo ayer el mandatario
ante un grupo de periodistas.
Lo que para Flores pueda no ser conveniente, sin embargo, lo es
para los diputados que comprometieron su palabra con la Asociación
de Periodistas de El Salvador (APES), grupo que elaboró el
proyecto y ha demandado su aprobación ante la Asamblea Legislativa.
La APES denunció ayer al director general de El Diario de
Hoy, Enrique Altamirano, y al gerente de información, Lafitte
Fernández, de realizar una campaña difamatoria
por haber criticado los favores solicitados a políticos para
pedir fondos estatales.
Vacíos legales
Los diputados no repararon en algunos vacíos que tiene la
normativa.
Así, un consejo directivo administrará la caja mutual.
La ley dice que tendrá un presidente, pero no establece cuál
de sus miembros.
La integración del consejo hace suponer que APES llevará
la batuta, pues será la única asociación con
dos miembros en esa directiva. El presidente podrá trabajar
a tiempo completo y tener un salario, aunque no establecieron, ni
siquiera, la cantidad máxima.
Lo que sí acordaron es que los otros miembros tendrán
una dieta de $148 mensuales, que equivale al salario mínimo
de la industria.
Otro punto que pasó por alto es de cuánto será
el porcentaje de las cotizaciones que pagarán los afiliados.
Esos requisitos de afiliación se regularán en el reglamento
que el consejo elaborará, en un plazo no mayor de 90 días
a partir de la vigencia de la ley, y que debe someter a consideración
de la asamblea general, formada por los periodistas inscritos.
En el reglamento se establecerá la fecha en que la caja mutual
comenzará a funcionar. Antes, una comisión provisional
se encargará de conformar el consejo.
APES presidirá ese ente. A pesar que existen cinco asociaciones
más de periodistas, sólo ese gremio participará
en esa fase. Los otros dos integrantes representarán a la
Asamblea Legislativa y al Ministerio de Hacienda.
Las reglas
La ley que crea la Caja Mutual para los periodistas tiene el apoyo
de todas las fracciones.
Dos partes
El gobierno pagará su aporte en dos cuotas, al principio
de cada semestre del año.
Discreción
La caja puede suspender el servicio en caso que el consejo declare
falta de liquidez económica.
Mínimo de 75
El consejo directivo lo integrará un representante de cada
asociación de periodistas que exista o pueda existir, y que
tenga un mínimo de 75 miembros. La Corte de Cuentas auditará
su funcionamiento.
Comentario
Camino al gulag
Ya está. Ya soy un condenado más por los carceleros
de APES. Ahora resulta que decirle a un país que existe un
severo problema ético profesional al pedir, esa asociación,
una ley que les entregue $687 mil de todos los salvadoreños,
es suficiente razón para ser cabecilla de una campaña
de difamación y desinformación.
APES aprendió rápido del FMLN. A sus dirigentes se
le pegaron todos los males de la intolerancia democrática.
El disidente merece lincharlo y llevarlo al gulag.
¿Habrá algún director sensato de APES que tenga
el coraje de explicarme eso de la desinformación?
Mi único pecado fue escribir 400 palabras para denunciar
una violación ética que ninguno de los mejores representantes
de APES, ha podido justificar.
¿Acaso no fue eso un ejercicio de la libre expresión
dentro de un país democrático? Y entonces, ¡qué
carajos dice defender la APES!
Con mi pequeño aporte también cumplí al derecho
de todos los salvadoreños a estar informados. Son ellos los
que merecían tener dos puntos de vista diferentes para que
se formen una opinión.
Si lo que quería APES era pasar una ley, bajo un pacto de
silencio, como ocurrió en Argentina, cuando los periodistas
obligaron a la aerolínea estatal a venderles los tiquetes
a mitad de precio, pues entonces que lo confiesen.
Mantengo mi postura: APES actuó como un grupo de privilegio
que no dignifica la profesión de periodista al pedirle un
favor a los partidos políticos para que les permita meter
sus manos en las arcas del Estado, y llevarse $687 mil para crear
un fondo de mutualidad.
Actuó como grupo de privilegio porque es uno de los pocos
gremios que tienen un acceso directo a políticos y gobernantes.
Incluso, APES se quedó corta. Si piden $7 millones, se los
dan. ¿Por qué? Porque quienes maquillan las imágenes
de los políticos y los vuelve figuras públicas somos,
precisamente, los periodistas.
Y no me opongo a ningún proyecto mutualista. Lo que rechazo,
porque es una sinvergüenzada, es usar al Estado como fuente
de los recursos.
Prueba de que no estoy equivocado es que APES ni siquiera tiene
palabras para defender su torpeza.
Ayes publicó un campo pagado en el que dice que el aporte
estatal no es un dilema ético porque los fondos no
provienen de individuos con intereses particulares.
Eso es, precisamente, lo grave: los periodistas se metieron a asaltar
el Estado, tras pedir un favor patrimonial a los políticos.
Quieren meter las manos en los bolsillos de todos los salvadoreños.
Y pretenden hacerlo como grupo de privilegio.
Tampoco la gente es imbécil para que justifiquen el asalto
al recordar que lo mismo hicieron los soldados, abogados y los maestros.
La gran diferencia es que ellos no administran una libertad pública.
Tampoco vigilan a los políticos ni están, en primera
línea, escrutando los desmanes del poder.
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